martes, 11 de enero de 2022

Casas vacías en un blog

Reseña publicada en el blog Mujeres Juezas el 22 de abril de 2021


En esta era desorientada y elástica, en la que nadie sabe con certeza qué lugar ocupar, Brenda Navarro (México DF, 1982) ha escrito Casas vacías, su primera novela; la historia a dos voces del secuestro de Daniel, un niño autista, pocos días después de su tercer cumpleaños. Los relatos, a cargo de las protagonistas antagónicas de la obra, se alternan en el mismo terreno maldito, desde un momento impreciso, cuando todo se ha consumado. No sobra nada en el texto, no hay oropeles ni florituras, sino puro dolor; dolor como expresión fatal de la propia feminidad; el dolor contradictorio, el dolor anhelado o repelido de ser madre.

Casas vacías es, en efecto, una reflexión descarnada y directa sobre el hecho la maternidad  y, no menos que ello, sobre la propia feminidad. Las protagonistas podrían parecer prefiguradas para representar, respectivamente, lo digno y lo indigno; aquello que es bueno y lo que debe ser censurado; y, sin embargo, Navarro decide empujarlas hacia el terreno de lo indefinible, de lo incierto; las transforma en seres vivos, rodeadas de toda su penumbra. La lectora no cesará de leer, no porque la atrape una trama audaz, sino porque necesita despojarse de los arquetipos aprehendidos y bajar al barro a llorar con ellas, con las dos al mismo tiempo, aunque parezca un contrasentido.

En esta novela excelente, que quedará, la idea de víctima es una sombra, un flujo que transita la frontera terrible entre los dos monólogos entrelazados, confundiéndolos. Al comenzar cada capítulo, la lectora se obliga a atravesar constantemente esa sima y desarticular para ello sus “conceptos”, a fin de no parar horrorizada. La violencia deja de ser, entonces, un mero fenómeno físico que a veces se topa con nosotras, para cobrar todo su sentido, para ofrecerse en su plena dimensión.

Brenda Navarro no pierde un segundo en contemporizar ni en relajar el ambiente propiciado. Presenta el rostro enfermo del mundo sin pararse a pensar en lo demás que existe; quiere contar lo que rara vez se cuenta. Sus personajes masculinos se debaten entre el oportunismo y la endeblez, van del egoísmo violento al crudo y feroz parricidio. Y en medio de esa atmósfera, cuatro mujeres cargan con todo el peso que ellos dejan caer; aprenden a vivir o fracasan. No es que no haya esperanza en esta obra, es que a veces esa esperanza no basta. Daniel y su silencio, el centro de la novela, es la expresión formidable de todo ese dolor sedimentado que parece decidido a no callar más. Eso es Casas vacías, un gran ruido, un estruendo literario que no podrá olvidarse fácilmente.

Reseña realizada por nuestro socio GONZALO ALCOBA GUTIÉRREZ

http://www.mujeresjuezas.es/2021/04/22/el-silencio-de-daniel-resena-del-libro-casas-vacias-de-brenda-navarro/

Casas vacías (El Confidencial)

Artículo publicado por EL CONFIDENCIAL e 9 de marzo del 2020 


Hablar bien sobre 'Casas vacías' (Sexto Piso), la primera novela de la mexicana Brenda Navarro, tiene su peligro; en concreto, el de ser confundido con todos esos que a su vez pueden hablar bien sobre 'Casas vacías'. Es fácil hablar bien de este libro, mayormente por los motivos equivocados. Aquí el elogio carece de riesgo, la apuesta, de criterio, el encomio, en fin, de argumento. Si uno no sabe leer, digo. Partimos de expectativas de lectura sumamente vitaminadas, pues la autora (mujer) escribe sobre maternidad (en principio, de forma crítica con el capitalismo y el patriarcado) y además se declara feminista en su biografía, donde consta también la creación de una editorial (#Enjambreliterario) que publica exclusivamente a mujeres. ¿Qué tiene esto que ver con la calidad de un libro? Todo y nada.

La obviedad de que pueden escribirse novelas malísimas con intenciones moralmente impecables no habría ni que explicitarla si aún regara nuestro tiempo el más elemental sentido común. Sin embargo, acabo de explicitar esa obviedad. Casas vacías sólo puede no gustarte si eres mala persona, parece ser el marco de recepción creado en torno a la obra, pues la intención de una novela es hoy indistinguible de su calidad. Si tu novela trata sobre desahucios, es buena, del mismo modo que si trata acerca de niños violados o inmigrantes ilegales, toda vez que adoptes una postura moralizante. Los críticos se lo pensarán dos veces antes de afirmar que esa obra de denuncia es un disparate o un bodrio o un artefacto fallido, como puede serlo perfectamente pues, como sabemos desde Gide, las buenas intenciones no es raro que se plasmen en libros defectuosos. Escribir para caer bien suele lograr que caigas bien, pero no que escribas bien. También sucede que cuando un autor no tiene nada que decir se pone a decir lo que sea que esté de moda, y novela un conflicto que sale mucho en los periódicos. Yo sólo creo en las novelas cuyo asunto le quema a su autor, independientemente de que la sociedad esté justo esos días hablando sobre ello. Abrir una conversación, he ahí una meta literaria.

 Maternidad

Así las cosas, una novela más, un libro más, sobre el conflicto de la maternidad no es precisamente lo que me hubiera puesto yo a leer de buena gana. Van ya como cuatrocientos libros malísimos sobre ser madre. Si encima el libro viene jaleado por el habitual coro de amigos escritores que aún cree que elogiarse entre ellos surte algún efecto, ni les cuento. Pero pasa que 'Casas vacías' no es un libro más. Un libro realmente bueno, como 'La uruguaya', de Pedro Mairal, o 'Tierra de mujeres', de María Sánchez, lo detecta aquel que escribe porque, antes de acabarlo, le invaden unas ganas muy felices de ponerse a escribir. Esto se debe a que lo que está bien hecho parece fácil. Así, 'Casas vacías' fluye como una obra evidente, accesible, que sale del árbol mismo de lo real, y que sólo necesitó que alguien lo arrancara amorosamente de su rama; en este caso, Brenda Navarro.

La novela arranca con un conflicto ciertamente peliculero: una madre mira su móvil en un parque y cuando levanta la vista su hijo de tres años ha desaparecido. La madre se interroga sobre el paradero de su hijo, vislumbra horribles posibilidades, hace las gestiones obligadas para que la policía asuma el caso y nos cuenta su vida marital y familiar, marcada por hijos que una no quería o que incluso no eran suyos. Este primer monólogo con que se arma la novela despide un tono similar al que solemos encontrar en la obra de Pizarnik, Jelinek o Duras; esto es, una pasión intelectualizada. Lo acertado de la elección, amén de la prosa fantástica que supura, es cómo esta forma de pensarse madre y mujer nos indica también un estatus social elevado. El habla popular mexicano en todo su esplendor, deliciosa todavía para los que (¡todavía!) nos fijamos en la plasticidad de un idioma Porque el segundo monólogo que, entreverado con el primero, conforma 'Casas vacías', presenta un registro completamente diferente. Es el habla popular mexicano, la variante dialectal en todo su esplendor, deliciosa todavía para los que (¡todavía!) nos fijamos en la plasticidad de un idioma, pero que sirve además para señalar sin caer en caricaturas la baja condición social de la mujer que nos interpela. “Por un lado te dicen que le eches ganas, que mejores la raza, que no te quedes pobre, pero si le buscas, te dicen arribista, pinche arribista que te avergüenzas de los tuyos, pero si te quedas en donde dicen que es tu lugar, pues entonces que luego luego se te nota lo india, lo quesadillera, lo verdulera, lo totonaca.” Realmente no sabría decirles cuál de los dos monólogos me parece más encantador y memorable, más literatura.

Malas madres

Así, yendo de una mujer a otra, de una madre culta que vive el suplicio de la mala madre (lógicamente perder a tu hijo en un parque es medalla de oro de mala madre) a una mujer humilde que trata de restañar el trauma de no haber podido ser madre, recorremos la paleta entero de lo que, en otra autora, habrían sido topicazos consecutivos acerca del machismo. Hay un asesino de mujeres (la hija mayor de la perdedora de niños es hija de su cuñada, víctima mortal de su esposo), un maltratador que además es impotente (el marido de la mujer humilde), un pánfilo (el marido de la mujer educada) y alguna caída puntual en la inverosimilitud dialógica más doctrinal: “¿Allí también os matan?”, pregunta la suegra española. Lo curioso, gracioso, desesperante de esta uniformidad crítica con los hombres es que yo no la he notado por el texto en sí, es decir, porque éste fuera sesgado; sino por el acento que pone la presentación de la autora en su activismo feminista. Así, lo que perjudica al libro es que pueda leerse como la exudación panfletaria de un posicionamiento político, lo que llevaría a un anti-feminista torpón a criticarlo por exactamente los mismos motivos endebles que llevan a las feministas a criticar una película donde todas las mujeres se comportan malvadamente. Del mismo modo que una película donde todas las mujeres son malvadas no está diciendo que todas las mujeres sean malvadas, 'Casas vacías' no dice que todos los hombres sean maltratadores aunque no se vea otra cosa en el libro que hombres maltratadores. La gente, amigos, sólo trata de contar bien una historia. Y Casas vacías cuenta su historia de forma excelente, y en unas muy agradecibles -por limitadas- 160 páginas. Es un libro con el que incluso pueden ustedes por fin aprender a leer.

https://blogs.elconfidencial.com/cultura/mala-fama/2020-03-09/brenda-navarro-casas-vacias-maternidad_2483544/

Casas vacías (El País)

ARTÍCULO PUBLICADO EN LA REVISTA LITERARIA DEL PAÍS EL EL 30 DE ENERO DE 2020

Con Casas vacías, su primera novela, Brenda Navarro (Ciudad de México, 1982) se coloca a una altura difícil de alcanzar. También por la intensidad de la trama: una mujer pierde a su hijo mientras este jugaba en el parque; otra mujer roba a un niño en un parque. La novela la articulan los monólogos, entre el delirio y la lucidez, de estas dos mujeres. Una estructura simétrica que nunca suena impostada. Antes bien, el juego a dos voces se lee como la única forma posible, un desvelamiento no sólo de una intriga, sino del desamparo profundo de los personajes. Porque Navarro calcula bien los elementos de los que puede prescindir para que el relato mantenga la desnudez: por ejemplo, de los nombres de las protagonistas.

Ambas son experimentos fallidos en un mundo donde “sólo los imbéciles esbozan una vida”: la “llorona”, la “embarazada”, la “víctima”… Antes que unos impuestos roles de lo femenino, ellas son heridas abiertas, dos cuerpos vacíos. De ahí que a los ojos de una de las protagonistas, la mujer perfecta es la mujer muerta: su cuñada, asesinada por su marido, “tan buena, tan tierna, tan la mejor madre”. En cambio, ella es culpable: de haber perdido a su hijo y de atentar contra su cordura para “sentirse viva, humana de verdad”.

Para la otra protagonista, la raptora, una mujer es una inalcanzable proyección masculina.“Soy de esas mujeres que prefieren estar con un hombre aunque no las quieran”, comienza, y esboza un prodigioso autorretrato que deja entrever múltiples lecturas (sociales, familiares, íntimas); páginas de exacta y altísima literatura.

Casas vacías también habla de la profunda inhumanidad del autodominio, del instinto de supervivencia, del paso de víctima a victimario. No se conforma con una visión abstracta de la violencia patriarcal, sino que realiza un agudo estudio de las luchas de poder, de la vulnerabilidad y la responsabilidad personal. Y, de nuevo, del desamparo. 

A las dos voces principales hay que sumarles unos exactos personajes secundarios: las parejas, Fran y Rafael, la niña Nagore, las suegras, abuelas… Personajes nítidos pero que mantienen la opacidad (incluso la opacidad para sí mismos) de las personas reales. También el niño robado, cuyo autismo puede leerse como una cierta alegoría, un fetiche de una proyección de las dos protagonistas, pero sigue siendo exactamente un niño. Porque en Casas vacías cada relación es el accidentado camino de las dos narradoras para completar su identidad, una suerte de detonante entre lo imprevisible y lo irreversible.

A este sentido de la fatalidad contribuye un detalle que puede parecer menor: el uso de unos tiempos narrativos en pasado, una alternancia de pretéritos imperfectos e indefinidos. Un escritor con menos pericia se habría sentido cómodo acercándose al presente narrativo, pero esta ubicación en un tiempo remoto y clausurado subraya la imposibilidad de las protagonistas, carga sus confesiones de un cierto determinismo con aire clásico. Es como si hablaran dos muertas, porque “los muertos somos los que buscamos. Ellos [los desaparecidos] siempre seguirán vivos”.

Casas vacías es más que una primera novela deslumbrante. Es un libro que difícilmente se olvida.

https://elpais.com/cultura/2020/01/30/babelia/1580392002_823868.html

Brenda Navarro

BRENDA NAVARRO

Brenda Navarro (Ciudad de México, 26 de febrero, 1982) es una escritora mexicana, socióloga y economista por la Universidad Nacional Autónoma de México. Brenda ha sido redactora, guionista, reportera y editora y trabajado en diversas ONGs relacionadas con derechos humanos. Fue fundadora de #EnjambreLiterario, proyecto editorial vigente de 2016 a 2020 enfocado en publicar obras escritas por mujeres.1​ Es autora de Casas vacías (Sexto Piso, 2019) (Leer más en Wikipedia)

https://es.wikipedia.org/wiki/Brenda_Navarro


Este es el enlace al Twitter de Brenda Navarro @depixtelada

https://twitter.com/despixeleada?ref_src=twsrc%5Egoogle%7Ctwcamp%5Eserp%7Ctwgr%5Eauthor


Artículos publicados en la revista feminista Pikara magazine

https://www.pikaramagazine.com/author/brenda-navarro/

Otras novelas sobre la meternidad

 OTRAS NOVELAS QUE NOS HABLAN SOBRE LA MATERNIDAD

Os dejo las referencias de otros libros de ficción que tratan el tema de la maternidad y de los hijos, dos actuales y una del año 2003

La hija única de Guadalupe Nettel

La hija única es una novela profunda y llena de sabiduría sobre la maternidad, sobre su negación o su asunción; sobre las dudas, incertidumbres e incluso sentimientos de culpa que la envuelven; sobre las alegrías y las angustias que la acompañan. Es también una novela sobre tres mujeres –Laura, Alina, Doris– y los vínculos –de amistad, de amor– que establecen entre ellas. Una novela sobre las formas diversas que puede tomar la familia en el mundo actual. (Texto extraído del resumen de la editorial 11/01/22)

https://www.anagrama-ed.es/libro/narrativas-hispanicas/la-hija-unica/9788433999061/NH_652

El instinto de Ashley Audrain


Blythe ya no sabe qué es verdad y qué es mentira: ¿está viviendo la vida feliz que siempre deseó, con un marido perfecto y una hija angelical? ¿O está repitiendo la sórdida historia de su madre y su abuela, marcada por el desapego y el maltrato? ¿Es Fox, su marido, el compañero y padre ideal, o tiene una vida paralela que cada día lo aleja más de su casa? Su hija Violet ¿es una niña brillante y complicada, que solo quiere que su madre le preste más atención, o es malvada de nacimiento? Depende del momento y de cómo se mire, todo y nada puede parecer verdad o parecer una trampa.

(Texto extraído del resumen de la editorial  11/01/22)

https://www.penguinlibros.com/es/literatura-contemporanea/226461-libro-el-instinto-9788420454825

Tenemos que hablar de Kevin de Lionel Shriver de 2003


«Un libro sobre la peligrosa distancia que hay entre lo que de verdad sentimos y lo que estamos dispuestos a admitir respecto a la vida de familia. Un libro sobre aquello de lo que necesitamos hablar pero no podemos. Esta sátira sobre las familias en las que el niño es el rey y los adultos los bufones, con una vida intelectual y erótica hecha pedazos, es muy oportuna» (Rachel Cusk).

(Texto extraído del resumen de la editorial 11/01/22)

https://www.anagrama-ed.es/libro/panorama-de-narrativas/tenemos-que-hablar-de-kevin/9788433974440/PN_663

Escritoras mexicanas actuales

 ESCRITORAS MEXICANAS ACTUALES



Os dejo el enlace a una página en la que se nos habla de cinco escritoras mexicanas actuales , entre las que encontramos a Brenda Navarro, la autora del libro que comentaremos y a Guadalupe Nettel que también tiene un libro reseñado en estas entradas.

https://www.dondeir.com/cultura/escritoras-mexicanas-contemporaneas-que-no-podras-dejar-de-leer/2021/02/