Comentamos este mes de febrero la novela de Brenda Navarro, Casas
vacías.
“Es una obra extraordinaria, impresionante”, comienza
diciendo una de las participantes en el Taller.
Jesús Gómez se encarga de presentarnos la obra comenzando
por hablar de la escritora, Navarro nació en 1982 por lo que es una persona
joven. Socióloga y economista, ha hecho estudios sobre cuestiones de género,
sobre la mujer y sobre ciudadanía. Dirige Hamlet Literario y ha sido
también editora. Ésta es su primera novela por la que ha recibido premios
importantes.
El libro está escrito a partir del rapto de un niño de 3
años, es un monólogo de dos protagonistas que se van alternando en los
sucesivos capítulos. Tiene tres partes, pero dobles (seis capítulos) en las que
va distribuyendo el contenido: primero el hecho en sí, segundo el contexto
social en el que viven las mujeres y tercero las consecuencias.
Los aspectos interesantes sobre los que hay que se propone
hablar son: el título, el hecho de que está contada en primera persona, los
personajes, el entorno social, la violencia contra las mujeres, los
desaparecidos, el tiempo…
El título no es casual, desde nuestro punto de vista puede hacer
referencia a la consideración de que la mujer está destinada a alojar a otros
seres que sobreviven gracias a ella. También puede hablarnos de la situación de
México con las casas que se quedan vacías cuando faltan los desaparecidos o esas
casas vacías porque las madres, que son las que se ocupan de buscar a los
desaparecidos, dejan sus viviendas vacías. Otra participante habla de que a
ella le ha sugerido que puede aludir al vacío que siente la mujer al quedarse
sin el hijo al dar a luz. Puede ser también la metáfora de las dos
protagonistas con el vacío que sienten.
Se pasó a hablar del entorno social que envuelve a las dos
protagonistas, con el propio lenguaje que usa la autora para diferenciar el
monólogo de cada una de las dos madres nos señala las desigualdades sociales en
las que viven. Utiliza la técnica de los dos lenguajes, configurando un México
culto y un México popular, el lenguaje de la madre raptora usa términos
populares mejicanos y es más violento.
A las protagonistas, Brenda Navarro no les pone nombre, solo
se les reconoce a través de la sucesión de los capítulos y al diferente
lenguaje que utilizan, como ya se ha señalado.
El libro nos habla de una maternidad patológica, la madre a
la que le secuestran el niño no se sabe por qué ha sido madre, ha tenido
amantes, dice que deseaba que ese hijo no hubiera nacido; otra persona opina
que la primera madre ha estado en una diatriba como la que se encuentran otras
mujeres que han pensado en la maternidad siguiendo los estereotipos sociales:
novio, boda, hijos. Pero, se constata que en general no se reflexiona sobre
otros aspectos de la maternidad, lo que supone la pérdida de libertad, en un
momento dado se dice en el libro: “los hijos son una cárcel”. La madre
secuestradora sí que tiene las cosas claras sabe que quiere ser madre por
encima de todo; ninguna de las dos madres representa una maternidad normal, la
que pierde al hijo está trastornada psicológicamente, la raptora siente tal
deseo de ser madre que se convierte en una delincuente. Tanto la una como la
otra son dos exageraciones que recuerdan mucho a los personajes y ambientes que
vemos en las obras de Buñuel y de Lorca, no son capaces de romper las cadenas
que les impiden ser felices, son mujeres atrapadas, la primera es una inmadura,
la segunda está prisionera en su contexto familiar y social.
La novela podría haber sido un auténtico folletín, hay
ingredientes para ello: un rapto, un niño no deseado, la trágica muerte del
hermano, la vida de la raptora, pero la autora hace una novela estupenda, un
libro muy potente, con una fuerza impresionante.
En un momento dado, se habla de ETA y del independentismo
haciendo referencia a unos personajes secundarios, no profundiza en este
asunto, ni tampoco lo necesita el libro.
Nagore, la sobrina es la única que da afecto, hablamos en
este momento de los tiempos de la novela, por el desarrollo de este personaje,
está el tiempo del rapto y el tiempo que trascurre después. Una participante
habla de que adolescentes que viven en familias problemáticas son más maduros
que otros y otras de su edad, y sobre todo en estos momentos que se tiende a
sobreproteger a los hijos e hijas. Nagore quiere saber de su padre a pesar de
que éste ha asesinado a su madre, quiere tener un criterio propio. Hay casos de
hijos e hijas abandonados o con graves tragedias a sus espaldas que cuando se
hacen adultos quieren saber acerca del por qué se ha producido esa infausta
situación.
Está muy bien caracterizo el autismo de Daniel/Lionel, no lo
sabemos desde el principio, pero esa patología influye en los sentimientos que
despierta en las protagonistas, es más aceptada por parte de la madre
secuestradora que por la otra, se refleja bien el hecho de que los códigos
comunicativos convencionales no son seguidos por los autistas, ellos tienen sus
propios códigos. El mantra que repite el niño “Ore, ore” parece ser que señala
a Nagore y puede hacer referencia al cariño que la niña le daba y que él
reconoce con ese sonido.
Con respecto a los hombres, Rafa, el novio de la
secuestradora, es una cabeza loca. Fran el marido de la madre que pierde a
Daniel nos desconcierta; de ambos hombres solo sabemos lo que nos cuentan sus
mujeres. Fran es un tipo pasivo, que no se entrega en el amor. Rafael es un
sinvergüenza, aunque la descripción de este último se hace a través de los
hechos, no de las opiniones de su novia. Ambos son descritos como parejas, no
como padres, pero Fran sí que es consciente de que Nagore los va a necesitar y
la lleva consigo a México.
Se señala la ausencia de moralidad tanto en una madre como
en la otra, lo que las hace más humanas, eso sí exagerando los rasgos
patológicos, lo que le da una gran fuerza emocional al libro.
Una de las participantes ha echado en falta algo más de
optimismo en la historia.
Pasamos a dilucidar si al niño lo matan o no al final de la
novela, algunas opinamos que no habíamos reparado en ese hecho, pero en el
libro se nos habla de que la familia de la secuestradora, para protegerse,
había asesinado a Daniel/Leonel cuando señala que se deshicieron de la ropa y
que la madre secuestradora guardaba sus zapatitos. La madre de la raptora lo
mata para que no la encarcelen. Otras
participantes hablan de un posible final abierto más amable, por ejemplo, que
lo devuelvan abandonándolo en la puerta de una comisaría, pero parece claro que
lo mataron a lo vecinal como se dice en algunos pueblos, todos son
cómplices y no pueden denunciarlo, porque les salpicaría.
Una de las participantes dice que ha venido pensando que era
una novela dura, pero después de los comentarios todavía la ve más dura, desde
luego solo cabían dos posibilidades para el final del niño: dejarlo en la
puerta de la comisaría o matarlo.
Vinculamos este asunto con la violencia que existe en México
y el espantoso asunto de los desaparecidos, la angustia que sienten las familias
ante este tema es diferente del de la muerte por un familiar o amigo por
terrible que ésta sea, cuando aparecen los desparecidos la familia respira
aunque hayan muerto, de ahí que, según comenta una lectora que cuando estuvo en
Guatemala se preguntaba si era justo
gastar tantos fondos en la investigación y recuperación de cadáveres de
desaparecidos y afirma que sí que merece la pena ese gasto a pesar de las
penurias económicas y sociales que se podrían solventar con estos fondos.
Otro tema que aparece en la novela es el de la soledad sobre
todo la de la primera madre.
El entorno social en el que se desenvuelvan está muy bien
dibujado, por ejemplo, en la fiesta donde la secuestradora ve a Daniel, los
padres del niño se preguntan por qué han sido invitados, la respuesta es por
ser blancos y el padre además español, pero no se sienten a gusto en ese
ambiente ya que los pueden relacionar con el narcotráfico u otras corrupciones.
Del entorno familiar de la madre primera no se sabe nada.
Hablamos bastante de lo que significa la maternidad, personal
y socialmente, ya en los principios del feminismo se suscitó el debate sobre la
maternidad como opción frente a la maternidad impuesta. De la cuestión del
aborto también se habló, en Latinoamérica es ilegal en todos los países, con escasas
excepciones, seguramente por la influencia de la Iglesia, pero ni cuando ha
habido gobiernos de izquierda se ha legalizado su práctica, también en España
hay restricciones sobre todo en la Sanidad Pública, incluso se está intentando
cambiar la ley para hacerla más limitada.
Se destacaron las entradillas de cada capítulo, por ejemplo,
el del comienzo del libro: “Daniel desapareció tres meses, dos días, ocho horas
después de su cumpleaños. Tenía tres años. Era mi hijo” “Cuando abrí los ojos
vi que estaba en casa de mi mamá y me puse a llorar. Sentí muy feo. ¿Qué hacía
yo en su casa y no en la mía?”
Estuvimos de acuerdo en que es una novela dura, pero muy
potente e intenso, felicitamos a la persona que ha propuesto su lectura y
destacamos que el comentar con otros el libro, se abren muchas nuevas perspectivas que en la
lectura individual no aparecen.