lunes, 15 de noviembre de 2021
La novela negra: malestar social y malestar individual
por Eugenio Fuentes en Revista de Libro de noviembre del
2015
Como afirma Tony Judt en su magnífico ensayo Algo va mal, en los últimos treinta años se ha incrementado la desigualdad –que en Occidente había ido limándose desde finales del siglo XIX hasta 1980–, con el consiguiente aumento de pobreza, desempleo, delincuencia, obesidad, enfermedades mentales y angustia personal. Parece que hemos olvidado que las naciones más felices, donde los ciudadanos gozan de mayor bienestar, no son las más ricas y poderosas, sino aquellas en que hay menos distancia entre los muy ricos y los muy pobres.
En los tiempos de crisis hay una pérdida de confianza del
individuo en las estructuras del poder y en las instituciones públicas que no
han sabido impedir aquélla, si es que no han contribuido a su agravamiento. No
hay seguridad de que los banqueros guarden nuestro dinero, de que los políticos
se esfuercen por el bien común e incluso, en ocasiones, se sospecha de la
imparcialidad de los jueces. Es en este marco –y en el subsuelo que oculta–
donde encaja la novela negra.
En general, se da por aceptada la tesis de que sobre la
novela negra, más que sobre ningún otro género, recae la responsabilidad de
reflejar el malestar social, especialmente dañino e insidioso en momentos de
crisis como los actuales. No hay periodista que no formule esa pregunta a los
escritores que incursionan en el género, dando por hecho una respuesta
afirmativa, y en las reseñas literarias apenas hay crítico que no abunde en
dicha responsabilidad.
https://www.revistadelibros.com/la-novela-negra-malestar-social-y-malestar-individual/
Realismo social y novela negra publicado en mayo del 2018 en la revista Zenda por Willie Sneddon
El pasado 7 de noviembre de 2017 se celebró en Getafe una
mesa redonda titulada «Realismo social y novela negra», protagonizada por tres
escritores: David Llorente, Carlos Augusto Casas y Paco Gómez Escribano,. La
mesa fue moderada por Javier Manzano, periodista y editor.
Los textos del coloquio los publicó Zenda en cuatro artículos:
https://www.zendalibros.com/realismo-social-novela-negra-i/
https://www.zendalibros.com/realismo-social-novela-negra-ii/
https://www.zendalibros.com/realismo-social-novela-negra-iii/
En la Feria del Libro de Valencia del año 2018 se realizó un
interesante coloquio sobre la novela negra como novela social con la
participación de autores referentes en
el género como Víctor del Árbol (Barcelona, 19689), Lorenzo Silva (Madrid,
1966) y Elia Barceló (Alicante, 1957), y ha moderado el también escritor y
periodista, Juanjo Braulio.
Os dejo el enlace:
Entrevista a Sebastiá Bennasar por Älex Tort en febrero del 2013 y publicada por La Vanguardia donde concibe la novela negra como una novela social:
Sebastià Bennasar (Palma, 1976) trabaja la novela negra con
el afán de ir más allá de lo que implica propiamente este género. Así, en El
país dels crepuscles (Alrevés), ambientada en la Vall de Boí, aborda entre
salpicaduras de sangre y vísceras temas de distinta índole sin tapujos.
¿Nieve?, también, a raudales. ¿Frío? Hasta los tuétanos. Pero no hablamos de
una novela escandinava, sino de una novela hecha aquí, autóctona, enmarcada en
la colección de novela negra crims.cat. Dirigida por Àlex Martín Escribà y
coordinada por el propio Bennasar, nace con la intención de englobar todo tipo
de relato criminal escrito en lengua catalana, así como autores europeos de
prestigio todavía por descubrir en España.
Habla de temas actuales: independencia de Catalunya, Barça,
crisis económica. ¿Hay espacio en la novela negra para todo ello?
Concibo la novela negra como novela social. Es la mejor herramienta que existe para explicar un país y da verosimilitud a la historia. La gente habla de la crisis, otros de Valdés y los puntos que salvó en Mestalla, y muchos de política. Son las conversaciones normales de la gente.
También aborda el franquismo. ¿Qué legado nos ha dejado?
La desmemoria. Cuando se inició la Transición en España se creó aquella Ley de la Memoria Histórica con todos los puntos sobre la ies, que ha hecho más daño que otra cosa. No ha sido una transición que pase por juzgar unos crímenes cometidos durante la dictadura de en Franco, sino una que pasa por olvidarlos. Se ha vendido un mito de una transición modélica, cuando se contabilizaron unos dos o tres muertos diarios. En aquella época hubo muchos muertos por violencia política de origen institucional, tanto de derechas como de izquierdas.
Uno de sus personajes en la novela comenta que la
Constitución tan sólo miente…
No es que diga mentiras, pero la Constitución, un texto que teóricamente no se puede tocar, no se aplica correctamente. Todo el mundo es igual ante la ley, pero esa señora que estuvo a punto de entrar en prisión por robar 190 euros de una tarjeta de crédito para comprar pañales para su hijo tendría que tener el mismo trato que Urdangarin, que se llevó “algo” más. ¿Vivienda digna? Desahucios. ¿Derecho a un trabajo? Seis millones de parados. Si todo eso no se cumple, ¿entonces por qué no podemos modificarla?
Los mossos de la novela hablan en algún momento de las
consecuencias de una hipotética independencia de Catalunya...
Para mí la independencia es imprescindible. Como dice el escritor Joan Lluís Lluís, Catalunya tendría que ser independiente para tener un referente al cual pudieran sumarse otros territorios de habla catalana. Es un soberanismo de dos, tres, cuatro o cinco velocidades, tanto da. No sabemos, sin embargo, qué modelo de cultura quieren los independentistas. Alguien tendría que pensar qué país nos quedaría si se alcanza este objetivo...
¿Y sería tan imprescindible la actuación de la policía, tal
y como comenta uno de los personajes de la novela?
La independencia es como el amor. Todos los hombres y mujeres estamos preparados para que nos digan que no. Ahora bien, si te dicen que sí, ¿qué haces? Entonces tienes un problema muy serio porqué no estamos preparados, no sabemos como actuar. ¿Me tengo que ir a la cama con ella? ¿Qué película vamos a ir a ver en el cine? ¿Qué hago? Catalunya está preparada para que le digan que no, pero si nos dicen sí, ¿qué hacemos?
Rompe usted con el clásico policía ‘llanero solitario’ y da
el protagonismo a todo una retahíla de policías que trabajan el caso. ¿Por qué?
Intento aproximarme al modelo real de investigación de la policía. En los últimos diez años, el modelo de detective privado “llanero solitario” se ha sustituido por el de un equipo. El protagonista principal, Jaume Fuster, trabaja en grupo. Sigue un poco la estela del Montalbano de Camillieri. Nunca verás un mosso solo, sino como mínimo una pareja... Conceder el protagonismo a mucha gente te da la posibilidad de ampliar el campo de visión de la profesión: hay quien es mosso por vocación, otros han ido a parar al cuerpo de policia porque no encontraban otra profesión a la que dedicarse, otros salen rebotados de la Guardia Civil. Además, la gravedad y la aceleración de los acontecimientos que se narran en la novela hacen necesario este abanico de personajes.
¿Por qué escoge usted al escritor Jaume Fuster como jefe de
investigación?
Es un homenaje, aunque es ya su tercera aparición en mis novelas. Aquí se ha hecho mayor. Hay más guiños: Sergiot hace referencia un personaje de Jordi de Manuel; una de las asesinadas, la mujer francesa, toma sus apellidos del escritor Georges Perec y de Adrienne Monier, la fundadora de la librería La Maison des Amis des Livres de París; Jaume Planagumà es quien encabeza Ginesta pels morts de Agustí Vehí; Marina toma el apellido de Anna Obach, de Gran Nord, la serie de TV3. Son gestos de complicidad dirigidos a todo consumidor de historias policíacas.
¿Por qué sus personajes rechazan Barcelona?
No rehúyen, pero es cierto que a veces pensamos que la cultura se mueve únicamente por Barcelona. Pero resulta que mucha de nuestra historia cultural la hemos heredado de gente que ha bajado de los Pirineos. Durante la edad media, en la Vall de Boí eso era el mainstream: tenían los mejores arquitectos y pintores de la época.
¿Sigue, pues, una tendencia descentralizadora de la novela
catalana?
Antes todo sucedía sólo en Barcelona, Valencia o Palma. Ahora Xevi Sala se atreve a situar la acción en Girona, Javier Cercas también, Secrets sota Greda de Miquel Casas sucede en Olot, los personajes de Agustí Vehí rondan Figueres y el Empordà. Por tanto, Barcelona ya no es la capital del crimen. Eso es, y tiene que ser, lo más normal.
Hay también cierta preocupación por la ecología en El país
dels crepuscles...
Es una novela que tiene tintes ecologistas, pero que a su vez en denuncia los extremismos. El grupo terrorista que planea destrozar los embalses para recuperar la naturalidad del territorio surge de una conversación real que oí aquí mismo, en el bar donde nos encontramos ahora. Me quedé acojonado. Sin embargo, es verdad que hay cosas que claman al cielo: la costa de Mallorca es un gran cinturón de hormigón. Se tiene que proteger el medioambiente, pero sin excederse. Otro ejemplo, la campaña de la Generalitat de l'Envàs o vas...¿No habíamos quedado en que era todo el plástico el que iba al contenedor amarillo, fuera o no un envase? ¿Qué pasa, que les estamos dando más trabajo a las plantas de reciclaje y ahora tenemos que separar a los ciudadanos todavía más? En China, los ciudadanos tiran toda la basura en la misma bolsa, y es después el Estado el que se encarga de crear unas plantas de selección, pagar al pesonal y hacer de ello una industria del reciclaje.
Los escenarios de los crímenes que describe son
especialmente cruentos...
Quien haya visto la matanza del cerdo no pensará así. Tampoco quien haya observado las pinturas románicas de las iglesias de la Vall. Son chocantes, con cuerpos serrados y salpicaduras de sangre en abundancia. Es curioso, pero a veces los textos donde la sangre es explícita provocan más rechazo que imágenes emitidas por televisión y aguantamos estoicamente imágenes de niños mutilados y de cuerpos destripados como sí fuera algo corriente...
Los personajes disfrutan enormemente de platos suculentos en
la Vall de Boí ¿Se come mejor en la montaña que en la ciudad?
No, pero en la montaña se come más barato. El mismo delirio
lo puedes tener en Barcelona, pero te cuesta más pasta. La gastronomía en El
país dels crepuscles es también una parte importante de esta historia y
entronca con la tradición mediterránea de la novela negra
© La Vanguardia Ediciones, SLU Todos los derechos
reservados.
lunes, 8 de noviembre de 2021
El libro Como si hubiera un mañana ha resultado muy
sugerente y ha propiciado muchas reflexiones.
Jesús Pola nos hizo una introducción que podéis leer en la
entrada anterior.
El libro ha resultado algo difícil de leer, sobre todo
algunos artículos, especialmente el segundo, pero aporta ideas muy interesantes: que el cambio climático no es un síntoma, que la enfermedad es el
capitalismo, la implicación de las generaciones jóvenes, la clave está en
aprender a vivir bien y de forma justa, con menos materiales y energía, la
importancia de los cuidados a la madre Tierra y a nosotros mismos. el mito de
que la tecnología mejorará las condiciones y se superará la crisis climática,
el ecosocilismo, la nueva agricultura, la reorganización de las ciudades…
También se comentó que hay ideas que se repiten a lo largo
del libro, al ser un conjunto de artículos de varios autores.
La Naturaleza tiene límites, el cambio climático traerá
conflictos entre países y dentro de los mismos. También se habló de que este
cambio no afecta por igual a todos. Se aportó que en el libro se hace una
modernización del marxismo en un momento en el que éste estaba de capa caída.
Al final resulta un libro interesante, que tendría que ser un texto obligatorio
para los programas de gobierno.
Se habló de que en estos momentos, en Glasgow se está
hablando de esto, pero algunos mandatarios van con ochenta cochazos.
El cambio climático, se argumentó, traerá la revolución.
El título del libro “Como si hubiera un mañana” es muy apropiado
y algunos autores muy solventes.
Hay contradicciones a superar como la relación entre cierre
de centrales y pérdida de empleo, lo que sugiere que tendría el Estado que
cubrir las necesidades básicas y el trabajo sacarlo de esa ecuación. Debemos
hablar de deconstruir, pero también considerar que hay pueblos que no han
llegado ni de lejos a nuestro nivel de desarrollo. El cambio será doloroso por
lo que significa de renuncia o de aumento de precio (el de la energía eléctrica,
por ejemplo).
La tecnología no es la solución y menos si está en manos de
las multinacionales. Tiene que haber equidad, sostenibilidad y reparto de
riqueza. No se ve en el momento actual un movimiento capaz de llevar adelante
lo que propone el libro. Sí que hay experiencias de economía social, propuestas
de municipalización de la energía, y otras pequeñas cosas. Sí se trabaja en una
fábrica no me tengo que preocupar solo de cobrar un salario digno, sino de
producir ecologicamente. Tiene que haber más democracia y trasparencia (grandes
parques solares, pertenecientes a fondos buitre) y, por supuesto, falta
pedagogía.
La agroecología es una gran alternativa al empleo, la PAC
favorece a las grandes familias de siempre. El mundo agrario tiene muchos asuntos
que resolver, la soberanía alimentaria, por ejemplo, que no tenemos.
También se habló de que estos temas importan a los jóvenes y
de igual modo sus derivadas: migrantes ambientales, refugiados. Todo es muy
complejo, tenemos muchas contradicciones propias que deberemos resolver.
El debate fue muy amplio, el cambio climático está ahí y la
transición ecológica será muy dura, deberemos pensar muy bien nuestro voto para
elegir a los y las políticos que defiendan una sostenibilidad justa,
democrática y trasparente.
Introducción al debate del libro escrita por Jesús Pola
Como sabréis la colección “Ecosocialismo” de la que este es el primer
libro trata de abordar el vacío teórico del ecologismo en el entorno marxista desde
una mirada poliédrica y combinando teoría y praxis concreta.
Con referentes en las organizaciones socio políticas y en
las personas que trabajan en el movimiento ecologista muy jóvenes.
Es un libro heterogéneo por su contenido y las ideas que
transmite, por su lenguaje y por la forma de encarar la cuestión.
Algunos de los artículos son de difícil lectura, quizás por
un afán de profundización intelectual formalista.
Hay un hilo conductor en algunos de ellos de conciliar
marxismo y ecologismo con alguna pirueta intelectual sobre el pensamiento
ecologista de Marx y Engels.
También tienen relevancia otros ensayos donde brota, de forma
significativa, el ecofeminismo que quizás, con un cuerpo doctrinal más exiguo,
integra el ecologismo de una forma más natural dentro de la sociedad de los
cuidados, de la vida, que preconiza
Hay a su vez otra línea conductiva con mucho hincapié en la
praxis. En los trabajos objetivos y construcción concreta de una sociedad
sostenible para todos los elementos de la ecuación “Vida” la especie humana, el resto
de las especies y la propia Tierra.
Resultan interesantes las reflexiones y análisis de Irene
Landa y de Joanna Bregolat sobre el movimiento ecologista juvenil que irrumpe,
cuando estamos interrogándonos sobre la vigencia del movimiento ecologista
después de 50 años con cambios irreversibles como
- Subida de un grado en la temperatura
- Cambio de uso del territorio
- Superación del pico del petróleo
Ante esa situación de emergencia y espoleados por el bloqueo
de sus expectativas vitales, el ecologismo joven se politiza y se funde en
algunos aspectos con el feminismo, no solo por la amplia participación de mujeres
sino también por muchos de sus postulados