Ayer miércoles, día 7 de junio de 2023 comentamos el libro Lugar seguro de
Isaac Rosa.
En la presentación, se habló de que Isaac Rosa es un autor
que escribe narraciones atractivas sobre las que debemos reflexionar, está
preocupado por la situación social y política, y el miedo es uno de los temas
al que le presta atención, sobre todo al miedo, que en España está más centrado
en Podemos y Bildu, que en la extrema derecha.
El libro tiene una estructura sencilla, es un largo monólogo
de Segismundo II (hijo de Segismundo I y padre de Segismundo III) con su padre,
en el monólogo nos habla de su trabajo, la venta de estos refugios “seguros”,
de la vida del abuelo y de lo que le sucede al hijo, pero también nos habla de
la sociedad actual, de las soluciones que tiene la situación presente y de lo
que afecta a los personajes que conforman la novela.
La sociedad que plantea es clasista, con unos pocos ricos,
una clase media dividida en clase media alta y clase media baja y una serie de
gente marginal, lo que caracteriza a la sociedad es el miedo, un miedo al otro
que es visto como alguien que les va a atacar, es también un miedo simbólico.
Por otro lado, están los “botijeros” que han planteado una alternativa a esa
situación.
Hay en la novela dos grupos reconocibles los trepas y los
botijeros, los primeros buscan el negocio fácil, que funcione el ascensor
social, que tengan una salida individual y los segundos se plantean una respuesta
colectiva a la situación distópica de la sociedad.
El libro, se opina, tiene la habilidad de plantear una situación
social no deseable centrada en el dinero fácil y a la vez una alternativa al
capitalismo, plasma dos cuestiones, el individualismo que el propio miedo
fomenta y está propiciado por el poder económico y que nos crea miedo a perder
la casa, a lo mal que funciona la sanidad pública, a las deficiencias de la
escuela pública y por otro lado está la cuestión de una solución colectiva.
Javier Ruiz en su libro Edifico España, habla de hay
un 30% de personas que están desahuciadas de la sociedad, son la que ni
siquiera votan, un 10 % de personas que pertenecen a la élite dominante y el
resto está repartido en una clase media alta y baja. Esta clase media es aspiracionista,
piensa que debe funcionar el ascensor social y como no es así, se crea miedo, a
no encontrar empleo o que este sea mal pagado, a no tener una vivienda
asequible, frente a esto está la sociedad comunitaria.
Nos ha sorprendido que el director de la sucursal bancaria,
que le niega el préstamo a Segismundo II, pertenece al grupo de los botijeros,
no llegamos a entender que quiere decir el autor con este dato.
Hay ideas que va desgranando el autor a lo largo del libro
que son una crítica feroz al capitalismo, “la verdadera riqueza sale del aire,
de la especulación, de la nada, de los mercados financieros” es decir es una riqueza
extractiva, fundada en la explotación, cuando no directamente en el robo. “Tenemos
un consumo compulsivo para aliviar nuestro malestar”, el colegio de los niños
triunfadores está atendido por profesores sin contrato, la mejor agencia de colocación
es un buen apellido, las actividades del hijo en el colegio es un “caso de
éxito” en los negocios.
Algo que el autor pone encima de la mesa es cómo actuaríamos
en caso de una catástrofe general, si llegaríamos a colaborar entre todos o cada
uno se atrincheraría y sería “un sálvese quién pueda”.
Lo que está claro es que las élites tienen su refugio. Se
habló de que quizás la solución está en volver al campo donde se producen los
alimentos, pero de hecho en el mundo y en muchos lugares de España las tierras
están en manos de los terratenientes y dificultarían este proceso. Desde luego
en las ciudades habría más problemas para sobrevivir. Si se produce una catástrofe
rápida, no sabemos qué pasará, de hecho, ya se han superado muchos de los
umbrales con respecto al cuidado del planeta, lo que parece claro es que las
élites y sus guardianes tienen recursos para sobrevivir y los demás a “morir por
la patria”. El capitalismo está devorando lo rural como lo ha hecho con la
ciudad. Habría que ruralizar las ciudades “debajo de los adoquines está el
campo” y hay proyectos interesantes de cooperativas en el medio rural.
Tendremos que hacer caso a Gaya (uno de los personajes),
crear la utopía frente a la distopía, trabajar por la solidaridad en los
barrios y también como platea este personaje entrar en las estructuras del Estado
para cambiar desde dentro.
Desde hace años se han planteado situaciones límite y todas
nos llevan a una respuesta desde el mismo sistema, no hay cambio salvo que se
produjera una reacción muy fuerte de la gente. En la novela una reacción del
protagonista se produce cuando se plantea enfrentarse al mundo de los cuidados,
entonces colapsa y no sabe cómo actuar. La sociedad de los cuidados cada vez tiene
más resonancia y es algo que debemos al feminismo que lo ha puesto en el centro
de la vida.
Cuando leía el libro, se dice, me estaba recordando a Renduales,
nos habla el autor de las supermanzanas con economatos colectivos, las “cosotecas”,
reinventar los sindicatos, sustituir la ley de la selva por la autogestión,
reinventar el movimiento vecinal para compartir, dinamizar y acompañar, crear
un nuevo orden mundial con una fiscalidad más justa, unas constitución
ecofeminista, una democracia participativa y popular, todo ello llevado a cabo
poco a poco como explica Gaya con la teoría de la Gelifracción, el agua
convertida en hielo que es capaz de destruir rocas muy sólidas. Los cuidados
son responsabilidad de todos y todas, nos solo de la familia, el estado o el
mercado.
También se habló del papel del mito, que puede estar en la
búsqueda del tesoro de Segismundo I, el triunfo rápido, la meritocracia, no
sabemos si de verdad existe ese dinero o en realidad buscaba el refugio de su
infancia.
El título de la novela está muy bien escogido, lo que quiere
vender Segismundo II no vale para nada, el lugar seguro es el cuidado que presta Juliana ante el deterioro mental de su
padre.
La novela es una crítica al capitalismo, pero desde valores
humanos, los personajes son prototipos de pringados con aspiraciones, de alternativos
con soluciones, de gente que está en transición (el director del banco), los propios
nombres de los personajes están muy bien escogido: Gaya, los Segismundos.
Al final se planteó la duda de si en realidad es una novela
o es un ensayo, la verdad es que hay una trama y unos personajes que dan mucho
juego para diversas reflexiones y comentarios, se disfruta leyéndola y te está “dando
en el codo” para que pienses sobre lo que está planteando, se afirma que no es
una novela sino un ensayo novelado.
Estuvimos de acuerdo que es muy recomendable su lectura.