El miércoles 29 de marzo comentamos el libro de Valeria
Luiselli, Desierto sonoro.
Después de la presentación comenzamos hablando de que es una
novela experimental. Una persona dice que cuando lo empezó a leer, vio que
había muchas descripciones y necesitaba un mapa para ir siguiendo el viaje y
además las descripciones le parecían excesivas, pero en un momento dado vio el
vídeo en el que la autora era entrevistada para presentar su libro y entendió
muchas más cosas.
Otra persona comenta que la novela tiene una estructura original, la escritora es muy culta y es capaz de utilizar y enlazar muchas referencias literarias, musicales, audiovisuales… me parece, dice el lector, un capricho de la autora la estructura de la obra y pienso que puede pasar lo mismo que, cuando ves una obra de teatro o de danza, que el espectador puede interpretar algo distinto a lo que pretende comunicar el autor.
El recurso de las cajas no resulta explicativo y no sé si lo
que cada caja contiene tiene que ver con lo que va sucediendo en la historia.
Hay un paralelismo del viaje de la familia con el viaje de
los niños perdidos, parece ser que la autora había hecho realmente un viaje
parecido, puede ser que como consecuencia de su trabajo con emigrantes.
Otro lector comenta que no se percató del cambio de la voz
que va contando la historia (en la primera parte habla la madre y en la segunda
el hijo) y que le pareció más explicativo el relato cuando lo contaba el niño.
No me ha disgustado el libro, dice otra lectora, pero me
parece que esos niños son almas de la caridad en su comportamiento en el
coche mientras se realiza el viaje, aguantan mucho y no sé si eso es muy
creíble.
Otro afirma que le ha parecido una novela muy buena y muy
rica, he prescindido de la lectura de las cajas, no lo he entendido, pero tiene
una gran riqueza literaria, el tema principal es el viaje, tanto el de la
familia, como el del duro desplazamiento de los niños migrantes.
La primera parte nos cuenta el avance de la familia por la Norteamérica
profunda y el decaimiento de las relaciones entre la pareja, los personajes
están metidos en un espacio cerrado, los adultos en una situación de crisis que
no llegamos a saber a qué se debe, quizás a que tiene intereses distintos, las
relaciones con los niños son idílicas, está también el asunto de los ecos, y se
nos explica una teoría del arte en el momento que se nos habla de la fotografía
como un reflejo de la realidad, que no solo se separa de ella, sino que la
reinterpreta.
La segunda parte es la narración del niño. El relato de los
apaches se transmite oralmente, las Elegías, cantos de desgracias, el
viaje de los niños tan increíble, en la novela encontramos elementos mágicos: el
águila, símbolo de México, que les deja la comida, la luz de la tormenta, el
eco…
Otro lector comenta que estaba muy desconcertado con la
lectura hasta que aparece la voz del niño en la segunda parte, hasta ese
momento le parecía un ejercicio de erudición con una combinación de citas, pero
el niño nos habla de un mundo en decaimiento, un capitalismo que se va perdiendo,
por otro lado de una serie de personas que quieren huir de una situación mucho peor.
Los dos mundos se encuentran cuando los niños migrantes se cruzan con los niños
de la familia.
Las cajas, dice, las considero un artificio, un símbolo,
cada personaje, incluidos los emigrantes llevan una caja, es curioso que el
padre que es quien propone o impone el viaje lleve cuatro cajas, la mujer una y
los niños cajas vacías, los niños migrantes llevan su pequeña mochila que incluso, en un momento dado, se las vacían.
Aparecen además de elementos mágicos, como hemos apuntado,
referencias literarias de mujeres que han tomado las riendas de su vida, se nhabla también de que formar una familia supone renunciar a unos proyectos personales.
Los dos adultos tienen profesiones diferentes, quizás eso
justifica su separación, a la mujer le importan los sonidos como documentales
periodísticos y al hombre como documentólogo. La madre está más interesada, a
partir de la llamada de Manuela, en encontrar a las niñas y en a través de documentar
el viaje de los niños poder cambiar las cosas, en el libro se nos habla de la posible
incidencia del arte y de la literatura en el cambio de las condiciones de vida.
Lo grave de la novela es el viaje de los niños migrantes, el
paso del río, el tren, el desierto, a estos niños los envían los abuelos en
busca de un mundo mejor y los enfrentan a una serie de riesgos terribles, en el
libro no se menciona la trata de niños, pero es notorio que estos niños son
víctimas del tráfico de órganos.
Las historias de los apaches y de los niños son las dos
caras de la misma moneda, el exterminio de los indios y la huida de los niños
de las condiciones de vida de sus países, donde las pandillas han sustituido al
Estado y no hay seguridad ni futuro, esta situación viene dada también por las
políticas exteriores de USA que interviene en estos lugares cuando lo necesita cambiando
economías y gobiernos.
La historia que cuenta la novela es la narración de lo que van
a decir a los hijos que sucedió cada uno desde su perspectiva y así se señala
desde el inicio. La primera parte del libro es complementada por la
segunda en la que se nos habla más de sentimientos.
La novela es muy descriptiva, los personajes están muy bien
definidos. No tienen nombre, solo Manuela la madre que busca a sus niñas, esta ausencia
de nombres puede sugerir que son personas abstractas. La referencia al Quijote,
que en uno de los cuentos que incluye la obra de Cervantes, Don Quijote se
cambia de nombre, puede tener relación con los nombres que los personajes adoptan
en un momento dado.
El libro también tiene interés por tener diferentes estilos
de narración, algunas elegías son muy líricas, por ejemplo, la Segunda Elegía:
Se llevaron Biblias, escapularios, talismanes, fotos, y cartas. Pero también advertencias, recordatorios y consejos de los parientes que los despidieron: «No te deshagas en llanto», le dijo su madre a uno tras darle un beso en la frente, en la puerta de casa, cuando amanecía. Y una abuela previno a sus nietas diciéndoles que temieran «los vientos de popa». Y una viuda del barrio repartió consejos: «No llores nunca en sueños, o perderás las pestañas».
Llegaron de pueblos distintos, los seis que ahora duermen sobre el tren. Llegaron de puntos muy distantes en el mapa, de otras vidas. Los que duermen a bordo del tren nunca antes cruzaron caminos, y sus vidas nunca debieron de haberse encontrado, pero se encontraron. Antes de abordar el tren, caminaban a la escuela, paseaban por parques o callejuelas, se perdían en el entramado de sus ciudades, algunas veces solos y otras veces no tan solos. (págs. 182-183)
La narración de los niños podría haberse situado en Oriente
Próximo, en el Norte de África o en cualquier otro lugar del mundo de donde las
personas huyen buscando un futuro mejor, pero la “Bestia” lo rodea todo y además
del viaje terrible, el futuro seguramente no será el que habían soñado.