Andrés Hax en la revista Infobae dice:
La literatura de Auster suele ser un juego de formatos,
de géneros y de estilos. En este caso, además de su crítica de un problema
medular de su país, Un país bañado en sangre está construido con dos
componentes más: una narración autobiográfica que se puede leer como un cuento
corto; y un fotoensayo de Spencer Ostrander de edificios que han sido lugares
de masacres, pero años después, en blanco y negro y con escenarios vacíos de
personas y automóviles. No es un dato menor que Ostrander salga en la tapa del
libro como si fuera coautor. ¿Eso es una jugada lúdica de Auster? O tal vez sea
exactamente así, por más que el fotógrafo escriba con luz y el autor con letras.
(Disculpad la publicidad).