María Rodríguez Velasco, diciembre 2022
“La autora ha rechazado en repetidas ocasiones el concepto
de autoficción al referirse a su estilo literario. Podríamos afinar más si
usáramos términos como etnotextos o autosociobiografías, ya que evoca en
soledad recuerdos íntimos con la voluntad de compartirlos en sociedad. A
diferencia de otros relatos donde se aborda esta misma situación con la
ausencia de detalles desagradables y multitud de elipsis, Ernaux intenta
plasmarlo tal cual lo vivió, aunque resulte repulsivo. Obliga al lector a pasar
por ese trance; lo enfrenta a la exposición y al juicio, a la desesperación y a
la vulnerabilidad femenina en una época y ante una ley. “Había traído al mundo
una vida y una muerte al mismo tiempo”[1] y no podía asimilar que ella tuviera
el papel protagonista en esa historia sin guion, ni dirección”.
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