El pasado miércoles nos reunimos
para comentar el libro de Cristina García Reboyo, El sonido de las olas.
Se habló de que es una novela que
se lee con facilidad, pero que es muy prescindible.
En la primera historia ya se nos
da la clave, no va a poder salir de la situación en la que está la
protagonista y va a acabar en una frustrada. No hay un desarrollo de los
personajes, ni una evolución en su pensamiento, la autora podría haber seguido
contando cosas, pero no sucedería nada nuevo.
El relato parte de pequeñas
anécdotas que se van perdiendo y acaban en cualquier parte. Un ejemplo es la
relación con Gustavo que no tiene una continuidad y el final es algo raro,
después de buscar una salida de su situación se queda a cuidarlo sin explicar
muy bien el porqué de esta decisión. Es como si la autora tuviera unos buenos mimbres
que no supiera como desarrollar. Se comenta que si no hubiese escrito las seis
últimas páginas de esta parte del libro, quizás hubiera sido mejor.
El lenguaje es fácil, nos han
llamado la atención las palabras un tanto desconocidas que utiliza, los
insultos de la madre (culicagada…), alguno de los participantes ha buscado en
el diccionario el significado de varias de ellas y resulta que son palabras de castellano
puro, pero en desuso en nuestro país, sin embargo se siguen utilizando en Colombia;
otras son modismos propios del lugar.
Nos preguntamos, ¿se enamora de
Antonio? Es extraño, ya que cuando están teniendo relaciones ella se acuerda de
Gustavo.
La escritora va contando distintas
escenas y allí la gente expresa su opinión. Tratando de compararla con otras
autoras, parece que va dando brochazos y marcando territorios reales o
imaginarios que van a componer un cuadro. Tendría que ser más racional, tener
una trama más clara.
A mí me gustó más la segunda
novela, afirma otra lectora, Caty es entrañable, las mellis unas petardas, la
madre insufrible y desbordada, al pobre niño ni lo atienden y el personaje que
podría dar más juego, el del padre está mas desdibujado.
Otra persona afirma que el lenguaje
le recuerda al libro “Mazurca para los muertos” de C.J. Cela, es así como
hablamos, con frases que se contradicen y tendemos a no escuchar al interlocutor y por
lo tanto no se le responde racionalmente. También se apunta la posible
influencia de García Márquez se pude ver con la muerte del padre que no es tal.
Hablamos de la metaliteratura que
hay en la segunda parte de la segunda novela, es curioso que los recuerdos que
tú tienes de algo no coinciden exactamente con los de las otras personas con
las que has compartido la misma experiencia. En esta segunda parte va explicando
cómo ha ido creando la novela anterior y cómo podría haber sido otro tipo de
novela.
En un comentario de WhatsApp que
envío una de las participantes, que no pudo asistir, incidía en el asunto de la
soledad y es cierto que está presente en casi todos los personajes.
Nos sorprende también la falta de
afección en la niña, su madre le insulta y le pega y a ella no le afecta nada.
Hay una ausencia de análisis de la personalidad de los personajes. El padre que
como ya hemos apuntado podría haber dado más juego, se le deja como un misterio.
La narración va avanzando a base
de anécdotas, trata de reflejar las distintas relaciones que se establecen, pero
son como flases que va soltando, nos ha parecido que le falta madurez
literaria.
Nos han llamado la atención la
cantidad de comidas que se nombren, sobre todo las del desayuno. Por ejemplo, los
huevos pericos (os dejo la receta: Los huevos pericos se hacen con tomate y
cebolla y se sirven para desayunar. Se trata de una receta tradicional de
Colombia muy sencilla y rápida de hacer, que no tiene ninguna complicación y
queda deliciosa. Ingredientes: 1 tomate maduro, 1 cebolla larga (la parte verde)
6 huevos, aceite y sal. Solo hay que picar el tomate y la cebolla, freírlos y
añadir los huevos y revolver, se les puede acompañar de arepas y chocolate) o el
sancocho (uno de los platos típicos más reconocidos de Colombia. Es un
caldo o sopa normalmente espeso a base de tubérculos como la papa, la yuca, el
ñame, la arracacha y ahuyama. Los ingredientes más destacados del Sancocho son
la yuca, el plátano y la papa, al que se agrega alguna carne, (pollo, gallina,
cerdo, pescado, res, costilla, cola o rabo, etc), lo cual le da el nombre final
al sancocho, por ejemplo, sancocho de "carne" o "entero",
"de gallina", "de costilla", "de mondongo",
"de rabo" (carne de res, gallina y cerdo), entre otros).
La tercera novela me ha parecido,
dice alguien, un folletín con las relaciones: amistades y rupturas que se producen
con el añadido del Opus, otra persona afirma que esta parte le ha parecido
inquietante, parece que comienza con una violación; es horrible lo que le pasa
a la quinceañera violada, que sea ella la que tenga que abandonar la escuela y la
que es repudiada.
Nos preguntamos si existe el
racismo en la obra y en el país y la respuesta es sí a todo. Entre los pobres
el racismo se acentúa.
Esta autora tiene capacidades,
admiramos su talento para crear personajes, para intuir una trama que tiene
conexión con la realidad, eso que cuenta podría haber ocurrido, pero se dice
que nosotros seríamos incapaces de hacerlo y dotarlo de un cierto interés.
Los libros de la autora se han
traducido a muchos idiomas, quizás debido a su fácil lectura y al discurrir de
su narración.
Las tres novelas tienen en común
la personalidad de sus protagonistas, tres mujeres que recuerdan su juventud con
un componente feminista y un retrato de la sociedad colombiana. La autora tiene
una forma de escribir que nos parece moderna y por eso quizás no le hemos
encontrado todo lo que Cristina García Reboyo nos quiere transmitir.
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