Por Soledad Gago
Una periodista —Leila Guerriero— se encuentra con una mujer
—Silvia Labayru— y le hace preguntas. Escucha. Anota algunas cosas —«Usa un
suéter marrón de cuello alto, un pantalón marrón, es primavera pero hace frío»—
mira, insiste, vuelve a preguntar. Intenta entender: ¿quién es esa mujer que
mira con ojos de un azul imposible?¿quién es esa mujer, hija de un padre
militar y de una madre que le cuenta con detalles sobre sus amantes? ¿quién es
esa mujer que estudió en el mejor colegio de Buenos Aires? ¿quién es esa mujer
«rubia, celeste, valiente y combativa»? ¿quién es esa mujer que militó para
Montoneros, la organización guerrillera más importante de la historia
argentina? ¿quién es esa mujer que rompió el corazón de un hombre? ¿quién es
esa mujer que fue secuestrada, torturada y violada por los militares durante la
dictadura de 1976? ¿quién es esa mujer, que sobrevivió, que se liberó, que se
exilió en España? ¿quién es esa mujer a la que los suyos acusaron de traición?
¿quién es esa mujer que formó parte del primer juicio por crímenes de violencia
sexual cometidos en un centro clandestino?
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